18 de agosto de 2011

Sobre el trabajo en equipo y la justicia. (Aproximación teorética) Por Ismael Labastida Flores

Sobre el trabajo en equipo y la justicia. (Aproximación teorética)

Por Ismael Labastida Flores

Una cuestión al inicio de la clase llamó mucho mi atención, -¿Por qué usan reloj?- decía el maestro Orozco, argumentando que siendo nosotros prácticamente esclavos de los celulares y éstos a su vez artefactos que cuentan con un sistema de reloj digital, hacia totalmente inútil la portación de un reloj de pulsera, un argumento bastante lógico, pensé. Pero, inmediatamente se me vino a la mente la idea del consenso social, usamos reloj de pulsera porque fuimos socializados en un medio en el que se “ve” bien usar uno. Y recordemos que el humano al ser un ser social aprende, imita y se desarrolla a base de sus congéneres con los que convive. Sucede lo mismo con la vestimenta clásica del abogado, saco y corbata, que en lo personal es bastante inútil, pues a fin de cuentas es un simple pedazo de tela colgando del cuello de los varones, pero que se “ve” bien, y ese uso consuetudinario que aprendemos de nuestros semejantes es el porqué de la socialización, pero más importante aún, del conocimiento, como producto del consenso social.

Esta introducción, tan simple como parece, nos refleja una realidad y un despertar de la colectividad, a palabras del maestro Habermas, la auténtica racionalidad es un fenómeno colectivo, no es una entelequia metafísica, no es “pienso, luego existo”, nadie razona por sí mismo, sino que es por la intersubjetividad que desarrollamos las herramientas necesarias. Lo humano es un fenómeno colectivo.

La idea de Locke sobre la mente humana como una tabula rasa, podría decirse bastante lógica, cuando dice que el humano aprende por medio de sus actividades sensoriales, de la percepción de sucesos y emociones, más tarde Condillac agregaría que después de adquirir datos sensoriales “adquiere gradualmente la capacidad de concentrar su atención en ellos, de compararlos y distinguirlos, de separarlos y combinarlos”. A lo que, fusionando las teorías sobre el conocimiento, diría que éste es producto de la interacción subjetivo-colectiva más el papel creador de la mente, como dice Condillac.

Por lo tanto la idea de trabajo en equipo como fuente, no sólo como unión de fuerza o capacidad, sino como generadora de ideas, me parece un método que enriquece y engrandece al humano para elevarlo a la categoría de ser racional-social.

Respecto a la cuestión de la justicia en este método, tendríamos antes que nada definirla, una tarea titánica, por demás imposible debido a la subjetividad y el relativismo que envuelve al concepto, porque si la entendemos como Bentham y el bien colectivo, por supuesto que la actividad en equipo y los resultados de esta son injustos, pues excluyen y ponen en desventaja a los demás. Si la tomamos como Ross, en su anexo de tratar desigual a los desiguales, lo podríamos entender como justo al ser una actividad en beneficio de una colectividad aunque no totalitaria, si lo vemos desde un punto de vista kelseniano, podría decirse que si es justo en el sentido de que promueve la libertad y la actividad científica, si lo vemos a la luz del maestro Spencer, tendríamos que decir que lo es porque se ajusta al estado social y respeta la libertad de los demás (y de los mismos). Si lo vemos en un sentido marxista, pero por supuesto que es injusta, pues sobrepone a una colectividad sobre otra y se convierte en una actividad de supremacía, incompatible para su visión del mundo. En fin podríamos decir un sinnúmero de teorías y jamás determinar si la actividad en equipo es justa o no.

En lo personal y siguiendo una tesis saint-simoniana diría que la actividad es justa siempre y cuando se respete y más aún se trate de generar condiciones iguales para todos, “que los subordinados amen el sistema” como él decía y como plasma en su magna obra El sistema al inicio de ésta, “Amaos los unos a los otros”, como nueva doctrina social, ya que el interés personal, o de una colectividad en específica, se convertiría en un pecado social incompatible con nuestra formación racional-social que planteábamos al inicio de este ensayo.

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